martes, 27 de noviembre de 2007

EL MIEDO A LOS NUMEROS


Por: Miguel Godos Curay

Durante la dictadura de Fujimori se utilizó la construcción de locales escolares como un artificio para inflar la popularidad del gobernante. En realidad docentes sin ingresos dignos y alumnos desnutridos intentaban en vanos esfuerzos aprender los códigos del conocimiento sin resultados. Las evaluaciones efectuadas por la UNESCO respecto a los cursos de matemática y lenguaje en las que el Perú ocupaba el penúltimo lugar fueron secuestradas.

En el mundo globalizado es condición fundamental que los estudiantes dominen los códigos lingüísticos y el razonamiento matemático. El que no sabe hablar, ni pedir, ni reclamar es una víctima potencial de abuso de los que usan la lengua. El que no sabe contar ni realizar las operaciones matemáticas básicas no sabe lo que tiene e ignora lo que otorga. No proyecta futuros. Es una presa fácil para los artificios bancarios. No maneja sus ingresos y lo aplastan sus deudas.

Un maestro no es un loro feliz sino un eterno aprendiz. Maestro que no refresca su conocimiento esta condenado a convertir el encuentro educativo en una experiencia ingrata y poco emocionante. Maestro que no innova y no utiliza creativamente experiencias humanas que enriquezcan el aprendizaje no obtiene resultados. Tras un fracaso escolar se refleja también un fracaso docente.

Aún en la escuela pública flota esa disciplina vertical sostenida por el temor y el castigo heredada del sometimiento militar. Pocos docentes entienden que la educación compulsiva tienen resultados contrarios a los que se espera lograr. Vivimos una educación sometida a los rigores del ¡No! Lo que impide el despliegue de las capacidades individuales. Nos hemos acostumbrado a los maestros ciruela que enseñan sin tener escuela y que nunca han vivido ni experimentado lo que enseñan. Preferimos el conformismo al juicio crítico. Admitimos la hipocresía y ese relajo ético que justifica el cinismo en el ejercicio de cargos públicos bien pagados pero sin logros humanos visibles.

Otra de la tragedias el no tener una respuesta al ¿por qué me educo? y ¿por qué me enseñan lo que me enseñan?. Sin embargo, pese a la incertidumbre que provocan las decepciones existen personajes como Jorge Arturo Mendoza Huertas (36) el genio matemático piurano. Arturo es como la excepción a la regla. Hace precisamente un año, un 4 de noviembre, en la ciudad de Giessen obtuvo el Primer Puesto a Nivel Mundial en cálculo matemático. Arturo ocupó el Primer Puesto en la Categoría "Adición" y el noveno lugar en el Ranking general. En esta competencia mundial se congregaron 26 genios del cálculo procedentes de las potencias desarrolladas.

Escenario de la cerebral competencia fue el Mathematikum -el museo de las matemáticas- de esta pequeña ciudad universitaria ubicada al norte de Frankfurt. El museo, abierto al público en el 2002, mantiene en un área de mil metros cuadrados ambientes en donde los visitantes, especialmente los niños aprenden de modo divertido teorías y conocimientos a partir de los números. El año pasado concurrieron más de 150 mil visitantes.

El piurano Arturo Mendoza se impuso al competidor cubano y al español Alberto Coto quien mantenía el primer lugar en la categoría suma a nivel mundial. La prueba consistía en realizar diez sumas de diez números de diez dígitos en un tiempo máximo de diez minutos. Arturo pulverizó los registros y dejó atónitas a las calculadoras. Su proeza humana demostró que tenemos una extraordinaria capacidad para los números y que los miedos y los temores contra las matemáticas son infundados y como la presentía Descartes la matemática es una función del lenguaje. Pese a todo y por esa invencible estupidez humana que aún habita en nuestras escuelas Arturo es el héroe de los escolares de Puno y Arequipa, Lima y Trujillo en Piura sólo ha encontrado el inconfundible: ¡No! y el temor que provoca en muchos el amor por los números.

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